Desde hace ya bastantes años, los negocios y empresas por igual han buscado diferentes maneras con las cuales dar a conocer su producto o servicio. Cuando se trata de tener una cantidad “alta” de impactos a un costo “bajo”, el volante (flyer, panfleto y hasta folleto incluído) ha sido una de las alternativas más recurrentes.
Actualmente, pareciera que esta práctica de “volantear” se ha transformado en un mal hábito que los vendedores y/o promotores ven cada vez de peor manera. Sin embargo, el volanteo sigue siendo una opción utilizada por todo tipo de negocios sin importar tamaño, producto, cliente o ubicación. El problema que surge es el determinar si este medio publicitario sigue siendo el más “alto” en impactos o el más “bajo” en costos.
¿Aún funcionan los volantes? Pensemos un momento: ¿qué hacemos cada vez que alguna edecan, un promotor o una botarga nos entrega un volante? ¿lo leemos a detalle? ¿lo tiramos? ¿el diseño es lo suficientemente poderoso para ponerle atención? La constante saturación publicitaria, la publicidad digital e incluso el no tener en claro a quién estamos tratando de comunicar parecieran ser los verdugos de este impreso… Sin embargo, existe un factor mucho más importante que realmente puede determinar lo bueno o lo malo que es anunciarse en un volante: pensamos que el volante es un vendedor.
El volante es, al igual que cualquier otra estrategia publicitaria, una herramienta de venta y no un ente que venderá por ti. La entrega del volante debe ser solamente un pretexto para abordar a un cliente potencial, por lo que no se puede dejar una tarea tan importante como es prospectar a un impreso que, además, tiene un pesar para los mexicanos… ¡se tiene que leer! Si entendemos que el volante solamente debe cumplir la labor de acercar a una persona a la conversación con el vendedor, los resultados que obtengamos pueden ser mejores.
Entonces, ¿el volanteo debe seguir existiendo? Sí, siempre y cuando sea un complemento dentro de una campaña que busque diferentes canales (online y offline) de captación o promoción; debe seguir existiendo siempre y cuando se use para provocar una conversación entre el vendedor y el cliente potencial. Así, no tendremos que preocuparnos si es la opción más “alta” o la más “baja”, sino determinar lo productivo que puede ser.
Un buen diseño, un buen mensaje y un gancho atractivo deben ser siempre los pilares de esta herramienta. Si no lo tenemos, probablemente debamos replantear qué es lo que queremos lograr con el volante.